Porque la historia de la humanidad es la historia de las migraciones. Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha viajado para ver dónde podía vivir mejor. El homo sapiens, que según los antropólogos nació en Etiopía, llegó hasta Tierra de Fuego (la Patagonia más meridional) por el estrecho de Bering, así que esto ya viene de lejos.
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| Migraciones homínidas hasta hace 22.000 años |
Sólo con que vayamos al siglo XIX nos daremos cuenta: en él salieron de nuestro continente 50 millones de europeos, lo que suponía mucho más para la Europa del momento, necesitada de mano de obra y con menos población, que para la Europa actual los 30 millones de inmigrantes que viven ahora en ella. Dos ejemplos: Irlanda se quedó con el 19% de su población, e Italia con el 50%.
Hace algunos años visité Menorca, que a pesar de ser plana tiene una pequeña montañita que le llaman “el toro”, y en ella hay una ermita. Mi sorpresa fue cuando encontré una placa que daba una gran lección de historia: "Esta placa la hemos colocado los menorquines en homenaje al pueblo de Argelia, porque cuando en el siglo XIX teníamos malas cosechas de trigo y nos moríamos de hambre, íbamos a Argelia y nos daban de comer”.
Hace algunos años visité Menorca, que a pesar de ser plana tiene una pequeña montañita que le llaman “el toro”, y en ella hay una ermita. Mi sorpresa fue cuando encontré una placa que daba una gran lección de historia: "Esta placa la hemos colocado los menorquines en homenaje al pueblo de Argelia, porque cuando en el siglo XIX teníamos malas cosechas de trigo y nos moríamos de hambre, íbamos a Argelia y nos daban de comer”.
| Santuario de la Virgen del Toro, Menorca |
- En la primera, con los países europeos ordenados por el número de inmigrantes. Pero, ¡ah, sorpresa!, España estaba en tercera posición.
- Sin embargo, lo interesante era la segunda columna, que hacía referencia al número de inmigrantes por cada 100 habitantes, que es cuando realmente podemos valorar su impacto en una sociedad. Y, curiosamente, España descendía hasta el octavo lugar, por detrás de países como Andorra.
¿Y qué más hay que saber? Pues, obviamente, Economía: la inmigración resuelve muchos problemas económicos, fundamentalmente dos.
Por un lado, el envejecimiento de la población. Hoy en día, tenemos una pirámide de población un poco diferente a la del resto: no es puramente regresiva, porque a finales de los 70 y principios de los 80 se acabó el baby boom, y aquellos que tenían que nacer dejaron de nacer. Y estos que no nacieron, faltan en la mitad de la pirámide, lo que es terrible, porque en ese grupo se concentra la segunda edad, que es la que paga las pensiones de la tercera y la educación de la primera. Así que, para que un país funcione, hay que tener llena la parte de en medio.
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| Pirámide de la población española (año 2010. Fuente: INE) |
Ahora se ha vuelto a rellenar un poco gracias a los hijos de los inmigrantes nacidos aquí (que ya son españoles de hecho). ¿Y cómo vamos a llenar la segunda parte de la pirámide? ¿Con nacimientos? Difícil, porque los niños no nacen con 30 años. Por lo tanto, la única manera de ocupar esto se llama inmigración. Según la ONU, para que España tenga una pirámide equilibrada, tendría que recibir o haber recibido 155.000 inmigrantes por año en el periodo 1999 – 2019. Y en el caso de Catalunya, si salimos de la crisis en 2-3 años, harán falta desde ese momento 240.000 inmigrantes por año, pero hasta el 2025.
Por otro, el Estado español, en sus balances económicos, estudia qué supone la inmigración en cuanto a ingresos (seguridad social e IRPF, si tienen papeles, a los que se les añade el IVA que puedan dejar en tabaco, gasolina, alcohol…) y a gastos (sistemas educativo y sanitario, ayudas a la vivienda, becas-comedor…). Bien. ¿Y cuál es el balance publicado por el Estado? 6.000 millones a favor de las arcas españolas. Esto significa que, teniendo en cuenta que España tiene 48 millones de habitantes, cada uno de los habitantes autóctonos recibe en forma de regalo de la inmigración 115 euros anuales. Como diría Schuster, no atse falta detsir nada más.
Hace poco salió un informe editado por el Senado de EEUU en el que se informa de un país, Guinea Ecuatorial (antigua colonia española), donde hay una enorme cantidad de petróleo y una empresa, la mayor del mundo, lo explota: Exxon, que por lo menos paga una cantidad al Gobierno, no como las anteriores. Dice este informe que si el dinero que recibe el Estado lo repartiera entre los equitativamente entre los ciudadanos de Guinea Ecuatorial (que son pocos, 500.000, menos que Sevilla, una cuarta parte de Barcelona), cada uno de ellos tendría una renta anual de 35.000 dólares, superior a la renta per cápita española, que es de 28.000 dólares.
¿Con cuánto viven? Según Naciones Unidas, con 500 dólares al año; es decir, que alguien se queda los 34.500 dólares restantes por cabeza. ¿Quién se los queda? Sigamos con el informe. El presidente Teodoro Obiang, un sanguinario conocido en todo el mundo ¿Quién más? Su camarilla de amigos. ¿Quién más? Sus ministros, familiares… ¿Y qué hacen estos ladrones con el dinero que han robado, lo guardan en casa? Definitivamente no. La mayoría han constituido sociedades-pantalla para disimular y poder conservar el dinero. ¿Y dónde guardan ese dinero? En Madrid, en el Banco Santander. Ésta es la realidad. La pobreza tiene nombres, y se llama Coca-Cola, se llama Samsung, se llama Bayer, se llama Banco Santander, se llama movimiento especulativo del capital. Casualmente, en muchos casos coinciden con los responsables de la crisis económica.
Hay muchos que todos recordamos como dirigentes corruptos. Pinochet en Chile, Fujimori en Perú, Menem en Argentina, Somoza en Nicaragua, Marcos en Filipinas… Todos ellos presididos por el mayor ladrón de todos: el antiguo rey de Hassan II de Marruecos. Cuando falleció en 1999, dejó en París (que no en Rabat) y a su nombre (que no a nombre) de Marruecos 50.000 millones de dólares, la misma fortuna privada que tiene hoy Bill Gates, hasta hace bien poco el hombre más rico del mundo. Pero cuidado, mientras el rey tenía esta cantidad del dinero en países foráneos, Marruecos arrastraba una deuda de 20.000 millones de dólares. Su estimado monarca se había quedado dos veces y media la deuda de su país. Y sin embargo, era muy bien recibido en las cancillerías occidentales; cuando Hassan II llegaba a Madrid, Juan Carlos II le decía “mi querido hermano”. Pues que vigile el parentesco, porque con gente de este estilo no se puede ir demasiado lejos.
¿Y qué pasa? Pues algo más grave. Estos países africanos han acumulado una gran deuda y no pueden pagarla; es como cuando tenemos una hipoteca: tienen que hacer frente a los intereses (cercanos al 20%) y al retorno del capital. Cada año, lo que esta gente nos envía como pago de la deuda, deuda que tienen escondida sus dirigentes en paraísos fiscales, una cantidad que oscila entre 5 y 6 veces más que nuestra Ayuda al Desarrollo. Y la gente dice: “llevamos 50 años ayudándoles y no crecen” ¿Cómo van a crecer, si les damos 1 y les quitamos 6? Esto es completamente imposible. Hay que perdonar la deuda. Y España puede hacerlo.
¿Podría la señora Salgado renunciar a 900 millones de euros anuales? Naturalmente, si hiciese frente al fraude fiscal. Una universidad de Barcelona llamada Pompeu Fabra elaboró no hace mucho un estudio sobre la evasión fiscal en España: si sumamos las grandes fortunas escondidas en los paraísos fiscales, las trampas contables que hacen las grandes empresas y lo que se conoce como "economía sumergida", nos dan un resultado de 80.000.000.000 de euros (¿con más ceros duele más, eh?); 16.000 euros por cada parado. Así, que, tela marinera. Estamos en manos de delincuentes.
El caso Botín
¿Hay alguna voluntad de eliminar el fraude fiscal desde las altas instancias? Ninguna. En junio del año pasado, en el diario El País leí una noticia que decía (a grandes rasgos) así: "La Organización de Inspectores de Hacienda del Estado se acaba de quejar de que todas aquellas fortunas escondidas en Suiza no son perseguidas por el Ministerio de Hacienda, ni las quiere perseguir. Esto es un trato de favor escandaloso".
Hay un buen ejemplo que sirve para demostrar la falta de voluntad en el Gobierno para erradicar el fraude fiscal.
Emilio Botín fue citado a declarar como responsable de una supuesta evasión de impuestos. Lo llevaron a una institución, bastante desprestigiada por cierto, llamada Audiencia Nacional. La jueza, Teresa Palacios, le dijo:
- Mire Sr. Botín, no tengo una cuestión personal con usted, pero usted es el presidente del Banco Santander, y resulta que este banco ha promovido unos productos de opacidad fiscal que han representado un fraude de 600 millones de euros a la Hacienda Pública. Lo he repartido -continúa- por una cuestión administrativa en cuatro expedientes, y tengo en la mano un primer expediente de 124 millones de euros. Usted debería venir aquí, pero traiga por si acaso el dinero, porque si no veo clara la declaración los 124 millones se quedarán aquí a título de depósito hasta el día de la sentencia final.
Como Botín es amante de su libertad, se fue a la Audiencia Nacional con el dinero en una furgoneta blindada, que dejó en el garaje. Para contar lo que pasó, algunos periódicos utilizaron el siguiente titular: "Ayer en la Audiencia Nacional hubo un botín dentro y otro fuera". Al final se quedaron los millones en los tribunales.
Sin embargo, la jueza no quería tener guardados 124 millones en sus dependencias, ordenó ingresarlos en la cuenta corriente del juzgado ¿Y qué banco la lleva? El Banco Español de Crédito, filial del Santander y regido por Ana Patricia Botín, hija del anterior.
Cuando los periodistas vieron este escándalo, se fueron a preguntarle al por entonces ministro de Economía, el señor Pedro Solbes. A la pregunta de "parece que Botín le está estafando al Estado 124 millones de euros", respondió que era un tipo muy amigable, entrañable, honorable... y que "no, no, yo no le voy a perseguir nunca". Solbes era el responsable económico de su partido político, y TODOS estos responsables, ya sean de izquierdas o de derechas, saben que cuando tocan elecciones hay que financiar las campañas electorales. ¿Y quién las paga? Obvio.
El caso Botín
| Zapatero y Botín se llevan bien porque pertenecen al gremio del calzado |
Hay un buen ejemplo que sirve para demostrar la falta de voluntad en el Gobierno para erradicar el fraude fiscal.
Emilio Botín fue citado a declarar como responsable de una supuesta evasión de impuestos. Lo llevaron a una institución, bastante desprestigiada por cierto, llamada Audiencia Nacional. La jueza, Teresa Palacios, le dijo:
- Mire Sr. Botín, no tengo una cuestión personal con usted, pero usted es el presidente del Banco Santander, y resulta que este banco ha promovido unos productos de opacidad fiscal que han representado un fraude de 600 millones de euros a la Hacienda Pública. Lo he repartido -continúa- por una cuestión administrativa en cuatro expedientes, y tengo en la mano un primer expediente de 124 millones de euros. Usted debería venir aquí, pero traiga por si acaso el dinero, porque si no veo clara la declaración los 124 millones se quedarán aquí a título de depósito hasta el día de la sentencia final.
Como Botín es amante de su libertad, se fue a la Audiencia Nacional con el dinero en una furgoneta blindada, que dejó en el garaje. Para contar lo que pasó, algunos periódicos utilizaron el siguiente titular: "Ayer en la Audiencia Nacional hubo un botín dentro y otro fuera". Al final se quedaron los millones en los tribunales.
Sin embargo, la jueza no quería tener guardados 124 millones en sus dependencias, ordenó ingresarlos en la cuenta corriente del juzgado ¿Y qué banco la lleva? El Banco Español de Crédito, filial del Santander y regido por Ana Patricia Botín, hija del anterior.
Cuando los periodistas vieron este escándalo, se fueron a preguntarle al por entonces ministro de Economía, el señor Pedro Solbes. A la pregunta de "parece que Botín le está estafando al Estado 124 millones de euros", respondió que era un tipo muy amigable, entrañable, honorable... y que "no, no, yo no le voy a perseguir nunca". Solbes era el responsable económico de su partido político, y TODOS estos responsables, ya sean de izquierdas o de derechas, saben que cuando tocan elecciones hay que financiar las campañas electorales. ¿Y quién las paga? Obvio.
Tráfico de armas
¿Y cuál es el último problema? La guerra, que es consecuencia de las armas. Curiosamente, éstas se fabrican, se venden y se gana dinero con ellas en el Hemisferio Norte, y se sufren y se pagan en el Sur; pero no acaba aquí la coincidencia: es inversamente proporcional al comercio de drogas, que se producen en el Sur y se consumen en el Norte. Así, podemos llegar a sospechar que hay armas que se pagan con drogas y drogas que se pagan con armas. No siempre se puede acreditar, pero hay casos en que sí.
Hace 18 años, en 1992, los productores colombianos de coca fueron informados de que podrían mandar sus avionetas a EEUU sin que la policía norteamericana interviniese para vaciarlas allí. Sin embargo, a cambio tenían que llevar estas armas hacia Colombia y dejarlas a medio camino en Nicaragua para alimentar a lo que entonces se conocía como la “Contra nicaragüense” y así derrocar al régimen sandinista, casualmente marxista-leninista. El cerebro de esta operación, desconocido por aquel entonces, se llama Bob Gates. Nada que ver con Bill Gates, pero sí con el puesto que ocupa ahora como Ministro de Defensa del Gobierno de Barack Obama. Así funciona este mundo.
Y en este mundo de tráfico de armas y de drogas, España ocupa un papel preponderante. En las estadísticas de comercio de armas mundial, ocupamos el sexto lugar en exportaciones de armas. Paralelamente, Intermón Oxfam ha señalado que España es, tras Estados Unidos, el país que más municiones vende a las guerras africanas.
¿Y qué sucede? Que si les pagamos mal el café, si nos quedamos con su petróleo, si les cobramos la deuda externa abusivamente y como colofón les mandamos armas para que hagan guerras, esta gente vive mal. Y por eso quieren venir a nuestros países, aunque no todos lleguen. Entre los años 2006 y 2010, según el ministerio de Defensa, ha habido cerca de 18.000 muertos en pateras intentando llegar a Canarias.


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