12 de abril de 2012

Los fisiócratas, o cómo no caerle bien a nadie


Los planes liberalizadores de Turgot despertaron la oposición de toda clase de personas: la nobleza lo odiaba porque quería gravar la tierra; el clero desconfiaba de él como un escéptico que no sólo rara vez asistía a misa, sino que también aconsejaba la libertad religiosa; los financieros resentían el hecho de que hubiera obtenido préstamos en el extranjero con tasas de interés más bajas de las que ellos cobraban; los miembros del séquito del rey estaban encolerizados por la oposición de Turgot a sus extravagancias, sus canonjías y sus pensiones; los recaudadores de impuestos agrícolas que le pagaban considerables sumas al gobierno por el derecho de cobrar tantos impuestos como podían estaban enfurecidos porque los quería remplazar con cobradores de impuestos del gobierno; los ricos y la burguesía arraigada objetaban su interferencia con los monopolios.

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