18 de abril de 2012

Veblen y la clase ociosa

Para ellos su mundo social era un paisaje predestinado del que podían esperar algún cheque de vez en cuando, un respaldo económico inicial para el negocio de antigüedades y algún día una herencia suficiente que les permitiera seguir siendo lo que eran hasta el fin de sus días, es decir, seguir siendo importantemente nadie, considerablemente nada.



-La vida hay que vivirla, asentí con cierta melancolía.

-Hay que vivirla, sí. Es la gran lección de he sacado de todo lo ocurrido. Mañana mismo hacemos las maletas y nos vamos a uno de nuestros viajes. Las islas Fidji por ejemplo.

Un flash de algo anormal me iluminó el cerebro y mis labios dijeron:

-Acaba de haber un golpe de Estado.

-¿También allí? ¿Seguro? Qué lata. Bueno, pues a las Maldivas o a las Seychelles.

-En las Seychelles también hay lío político interno y llegar a las Maldivas se ha complicado por la pelea entre los ceilandeses y los tamiles.

-¿Un tamil no es un mono?

-Lo confundes con un mandril. Los tamiles son una etnia.

-Qué horror.

-Las islas ya no son lo que eran.

-Pues nos iremos a Ginebra.

-Te aplaudo la elección. Es un lugar seguro.

Cuarteto, Manuel Vázquez Montalbán


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